El otoño que vistió de tonos amarillos, ocres y naranjas el paisaje sur del planeta, ya está alistando sus maletas, el invierno se avecina con su traje blanco, bordado con cristales de nieve, y una gruesa bufanda azul cielo que hace juego con su gorro tejido a tono.
El invierno es un señor de profundos ojos negros que ve la vida dormida en las semillas y las guarda bajo su manto de nieve para que despierten en primavera.
Su mirada profunda también ve los sentimientos guardados y la vida que llevamos dentro aunque por fuera no lo perciban humanos ojos. Pero él los ve y en sus grises tardes o solitarias noches hacen que surjan desde el silencio en forma de palabras para que se derramen sobre otros como gráciles pétalos de rosas o dulce fragancia.
Ah…me estoy adelantando, aún le quedan unos días más a este Otoño. Él tiene los ojos color miel y me regala una lluvia de hojas doradas aún sin salir de mi cuarto…las escucho correr por la vereda mientras juegan con el viento…me gusta escucharlas…
He estado un poco ausente, quietita como árbol despojado de hojas, son escasas las fuerzas y no puedo hacer mucho, pero como el árbol, seguimos aferrados al lugar asignado mientras aguardamos el tiempo en que las fuerzas acompañarán a lo que ansiamos y podremos hacer tantas cosas, no sólo para nuestro deleite, sino para los demás y para dar gracias al Dador de Vida y Señor del Tiempo.
Gracias a Jehová sigo estable, pero estoy muy decaída y dolorida, no puedo más que estar quietita, no me gusta estar así, pero, ¿qué les parece si viajamos un poquito al futuro y nos animamos juntos visualizando lo que esperamos?
Para eso les dejo esta poesía que nos transporta por los senderos de:
El Milenio
Despertar cada día a los albores
y al entusiasmo de una nueva empresa
y dormir cada noche sin temores
de que la sombra incube una sorpresa.
Estrechar cada hijo entre los brazos,
sin presentir que un día deplorado
su carne ha de caer bajo el zarpazo
del sepulcro voraz, nunca saciado.
sin presentir que un día deplorado
su carne ha de caer bajo el zarpazo
del sepulcro voraz, nunca saciado.
Oír voces amadas que conduzcan
miel y perfume a nuestra simple historia,
y no temer que un día se reduzcan
solo a un hilo de luz en la memoria.
miel y perfume a nuestra simple historia,
y no temer que un día se reduzcan
solo a un hilo de luz en la memoria.
Meditar en vértice del día,
cuando la azul penumbra se levanta,
sin que aparezca un rictus de ironía,
sin nudos de dolor en la garganta.
cuando la azul penumbra se levanta,
sin que aparezca un rictus de ironía,
sin nudos de dolor en la garganta.
Sentir que no hay terrores en el cielo,
que en la tierra no existen más barreras;
que el mar no inspira espanto ni recelo,
porque no quedan barcos con banderas.
que en la tierra no existen más barreras;
que el mar no inspira espanto ni recelo,
porque no quedan barcos con banderas.
Comprobar que la tierra se recobra
de tanta vieja herida y tanto daño;
y que ya nadie gime su zozobra
en algún calabozo subterráneo.
de tanta vieja herida y tanto daño;
y que ya nadie gime su zozobra
en algún calabozo subterráneo.
Saber que la justicia no se alía
a una balanza desequilibrada,
y que el soborno vil ya no desvía
el galardón a quién no logra nada.
a una balanza desequilibrada,
y que el soborno vil ya no desvía
el galardón a quién no logra nada.
Ver que la realidad que nos rodea
superó los bosquejos de los sueños.
¡eso, sí, y mucho más es lo que ondea
en la excelsa promesa del milenio!
superó los bosquejos de los sueños.
¡eso, sí, y mucho más es lo que ondea
en la excelsa promesa del milenio!
¡Qué gran paz, de sabor desconocido,
sin grietas, trabazón ni cicatrices,
que entrando por los ojos y el oído
al cauce de las venas se deslice!
sin grietas, trabazón ni cicatrices,
que entrando por los ojos y el oído
al cauce de las venas se deslice!
La vida vibrará en tu cuerpo sano
cuando veas tus campos florecientes,
como una credencial escrita a mano
por tu sudor sellada diariamente.
cuando veas tus campos florecientes,
como una credencial escrita a mano
por tu sudor sellada diariamente.
Y la lluvia temprana y la tardía,
afinarán sus tonos musicales
ensayando su antigua melodía
en el arpa pueril de tus cristales.
afinarán sus tonos musicales
ensayando su antigua melodía
en el arpa pueril de tus cristales.
Después que calle el yunque en la herrería
y el arado descanse contra el muro,
y el ave abrigue en el ramal su cría
y vista el bosque su ropaje oscuro;
explorarás la noche abiertamente,
sin miedo, ni acechando lo ignorado;
quizá solo pisando levemente,
porque el orbe reposa ensimismado.
y el arado descanse contra el muro,
y el ave abrigue en el ramal su cría
y vista el bosque su ropaje oscuro;
explorarás la noche abiertamente,
sin miedo, ni acechando lo ignorado;
quizá solo pisando levemente,
porque el orbe reposa ensimismado.
La fuente del silencio en ella brota
y el tiempo reflexiona detenido
ante el espacio inmenso, donde anota
las verdades que nadie ha desmentido.
y el tiempo reflexiona detenido
ante el espacio inmenso, donde anota
las verdades que nadie ha desmentido.
Allí, donde ningún reloj le presta
al tiempo su mecánico latido,
ni cuenta lo pasado o lo que resta,
todo porque se habrá desvanecido.
al tiempo su mecánico latido,
ni cuenta lo pasado o lo que resta,
todo porque se habrá desvanecido.
Habrá un cuadro cambiante en que se vierta
todo matiz de gozo y sentimiento.
También la gratitud del que despierta
sumará la belleza de su acento.
todo matiz de gozo y sentimiento.
También la gratitud del que despierta
sumará la belleza de su acento.
Subirán a un tiempo liberado
del vientre del Sheol, al ancho suelo
que antes viera salir desorbitado
en lágrimas amargas nuestro duelo.
del vientre del Sheol, al ancho suelo
que antes viera salir desorbitado
en lágrimas amargas nuestro duelo.
El buril de la duda estará quieto,
menguado y nulo el filo del pecado,
roto el taladro del deseo incorrecto,
y el clamor de la carne amordazado.
menguado y nulo el filo del pecado,
roto el taladro del deseo incorrecto,
y el clamor de la carne amordazado.
El nombre de Jehová se habrá impreso
como una flor de luz en nuestros labios,
rescatado por siempre del olvido,
vindicado por siempre del agravio.
como una flor de luz en nuestros labios,
rescatado por siempre del olvido,
vindicado por siempre del agravio.
Mucho más, que no hay como expresarlo,
ni puede concebirlo humano genio,
tu ilimitado asombro ha de palparlo
al cruzar los umbrales del milenio.
ni puede concebirlo humano genio,
tu ilimitado asombro ha de palparlo
al cruzar los umbrales del milenio.
Álef Guímel